miércoles, 13 de junio de 2012

Polen o jalea real, diferencias y consejos.



 En épocas de gran desgaste físico y mental, es habitual la búsqueda de soluciones naturales para mitigar la falta de energía.
En este campo, los productos apícolas ofrecen excelentes respuestas, pero hay que evaluar atentamente las características de cada uno de ellos y su forma de consumo.

El hábito más difundido es el de consumir polen seco en granos. Pero investigando un poco más sobre este insuperable producto de la colmena, se ha llegado a establecer que nuestro organismo no puede aprovechar al máximo sus propiedades.

En realidad lo que conocemos como grano de polen seco, no es otra cosa que una aglomeración de los minúsculos granos de polen que la abeja recoge de las flores.
 Para poder transportar a la colmena esos pequeñísimos granos microscópicos -que a veces el viento esparce por el aire- la abeja no tiene otra alternativa que adensarlos. Para ello utiliza secreciones salivares -aportándole aún más riqueza- con lo cual logra formar el grano que transporta en sus patas y que el apicultor captura con trampas antes de que sea introducido a la colmena. Luego esos granos son secados por el apicultor (proceso imprescindible para evitar su rápida fermentación), envasados, conservados en lugar fresco y consumidos por el ser humano.


¿Qué hace la abeja con los granos que logra introducir en la colmena?

Pero ¿qué hace la abeja con los granos que logra introducir en la colmena? Es interesante ver que de inmediato la abeja mezcla el polen con la miel y lo deposita en celdas interiormente recubiertas con mudas de propóleos. 
Esto es el llamado “pan de abejas”, que pese a la gran inestabilidad del polen, logra ser conservado por meses en el interior de la colmena con temperaturas constantes del orden de los 35ºC y altos tenores de humedad.

Para entender esto debemos conocer aún algo más sobre el polen. Los microscópicos granos que la abeja aglutina en pelotitas son -observados al microscopio- como esferas recubiertas por una sustancia celulósica (la exina) similar a la madera por su dureza. 

Estudios realizados en Francia demuestran que nuestros jugos gástricos y nuestro tiempo de tránsito intestinal, no alcanzan a absorber más de un 30% del polen ingerido, evacuándose el 70% restante como fibra vegetal. Por eso la abeja -con un sistema digestivo mucho más primitivo que el nuestro- consume el polen mezclado con la miel.
 La función que cumple la miel, por su contenido de humedad del 18%, es el de humectar la exina. De ese modo esta dura protección celulósica se hincha y se resquebraja, dejando disponible el precioso contenido interior del minúsculo grano. Y precisamente la miel, con su gran poder conservante, cumple otra importante función, estabilizando la delicada riqueza nutritiva y terapéutica contenida en el interior del grano de polen. 

En esta tarea colabora también el propóleo, que además de su capacidad como conservante, aporta la riqueza de sus más de doscientos elementos constitutivos y sus veinte propiedades científicamente demostradas.


El poder de una pequeña cucharada

Por esta razón, una pequeña cucharada de la mezcla de polen con miel y propóleos (Pan de Abejas o Energizante), brinda más resultado que dosis mayores de polen seco, ya que el organismo asimila el compuesto fácilmente, rápidamente y sin desperdicios. Además la mezcla se conserva mejor y por más tiempo que el polen seco. Todo esto sin contar los beneficios extras generados por el sinergismo del polen mezclado con la miel y el propóleos, que explican sus magníficos resultados prácticos.
Con respecto a la jalea real -compuesto natural de gran eficiencia- el problema radica en su alta inestabilidad fuera de la colmena. Mientras está en la celda para alimentar a la larva, ésta le hace de agente conservante y no se degrada, pese a estar a 35ºC de temperatura. Pero una vez extraída de la colmena, es necesario conservarla a menos de 2ºC, para que no pierda sus propiedades. Es termosensible, fotosensible y dado su alto grado de humedad (68%) se descompone con facilidad. Además se oxida muy fácilmente y da lugar a la formación de los peligrosos radicales libres. O sea que sin cadena de frío, por un lado pierde propiedades y por otro genera compuestos tóxicos. Ahora bien, ¿quién puede garantizar una cadena de frío desde la colmena hasta la boca del consumidor?
Otra cuestión no menos importante en este análisis tiene que ver con el cáncer. Entre los principios activos de la jalea real, se encuentra una hormona que estimula el desarrollo de los tejidos y que explica el gran desarrollo de la reina respecto a las obreras, siendo que ambas nacen de un mismo huevo.

 Por eso se considera a la jalea como la “leche” de la colmena. El problema de esta hormona es que al estimular el crecimiento, no distingue entre tejidos buenos y malos, por lo cual se la contraindica en casos de tumores. En este sentido, debemos tener en cuenta que por efecto de la modernidad, es normal tener tejidos tumorales en desarrollo incipiente (ver: Cáncer y toxemia: vínculo ignorado). Por ello el consumo de jalea real debería evaluarse con más atención.


En el caso del Pan de Abejas, estamos frente a un compuesto que nos brinda un 90% de las propiedades de la jalea real -más otras propiedades extras a nivel nutricional por su contenido de aminoácidos, minerales y vitaminas- sin requerimientos especiales de conservación, gracias al poder estabilizante y conservante de la miel (irónicamente la miel no logra estabilizar la jalea real cuando se mezclan estos dos elementos, cosa que sí hace con el polen, al cual pre-digiere).

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